sábado, 29 de octubre de 2016

Felicidad Virtual

Era uno de esos espectaculares días de verano en los que la diferencia entre el azul del cielo y el de la mar se adivinaba por las dinámicas líneas blancas que la espuma de las olas dibujaba bajo el horizonte. Yo estaba disfrutando mis vacaciones en Zahara de los Atunes, refugiando mi sensible piel albina bajo la sombrilla, cuando a mi derecha se situó una familia con acento de más para allá de Despeñaperros. El padre estableció el campamento base con rapidez y decidió irse a dar un paseo antes de que la calor apretara con más fuerza, mientras la madre embadurnaba en crema al pequeño de la familia cuya diminuta paciencia empezaba a desbordársele mirando la apetecible orilla. Por último, la hija adolescente que no superaba la quincena, plantó el huevo en una silla con gesto obstinado y boca cóncava. Lo sé, soy de esas personas que en la playa mata el aburrimiento escudriñando bajo las gafas de sol el entorno y analizando comportamientos y actitudes para después crearme historias propias cuya veracidad nunca es demostrada. La cuestión es que aquella niña no modificó su semblante, a medio camino entre el odio y la resignación, en toda la mañana hasta que, en cierto momento, sacó su Smartphone y alargó su mano en postura de Selfie para esbozar una preciosa sonrisa que ni el brillo de sus aparatos eclipsaba. Se reía con toda la cara, las cejas hacia el cielo, los ojos abiertos, las arrugas bajo la nariz y la boca, por fin convexa, salía por los extremos de su rostro, pero no fue más que una sonrisa de unos leves segundos, pues tras el click, su expresión volvió a deformarse a la vez que sus dedos volvían a la pantalla del móvil para moverse con habilidad y rapidez. Supe que en alguna red social aquella niña alcanzó en aquel momento y, aunque de una manera virtual, más felicidad de la que yo jamás en mi vida he sentido y sentiré.

martes, 25 de octubre de 2016

Palabra del Señor

Me encanta discutir. Hay quien afirma sin pudor alguno que soy un insoportable pedante que siempre lleva la contraria por el simple hecho de llevarla, aunque yo me considero más bien un mero aficionado fan de Sócrates que, como hobby, practica la dialéctica en su día a día. Pero, aunque disfrute muchísimo con los debates, existe un tipo de persona con la que detesto entablar cualquier tipo de batalla: los creyentes, ya que su argumento último es divino y absoluto y un simple humano como yo jamás podrá rebatir al Todopoderoso. De esta manera, los cristianos tienen la palabra de Dios en la Biblia, los musulmanes la de Alá en el Corán y los psocialistas españoles la de Felipe González en El País. 

El mayor problema del PSOE no es Pedro Sánchez ni Podemos. Ni siquiera es Susana Díaz y Fernández Vara. El problema del PSOE es Felipe González y el endiosamiento al que ha sido elevado entre el psocialismo español. Pedro Sánchez pareció no haberse enterado bien de que se le puede mentir a los ciudadanos, a los votantes y, en ocasiones, hasta a los jueces, pero no al Dios supremo que desde su altar situado a medio camino entre un yate en el Caribe y un palacio en Marruecos, se encarga de iluminar a fieles e infieles con su sabiduría infinita y eterna. Felipe, cuyas ideas han sido arrugadas por el tiempo y distorsionadas por su ascenso a los cielos, quizás sea el mayor traidor del socialismo que jamás haya existido, y parece no aceptar que esta no es ya ni su época ni su realidad. Hace mucho que aquel abogado de Sevilla degradó en este actual y globalizado pez gordo que, con semblante siempre serio y enfadado, nada en las profundidades más oscuras de las élites mundiales, aleteando con soltura en el agua de la macroeconomía neoliberal europea, pero no entendiendo, ni comprendiendo, ni padeciendo el ahogamiento masivo de una sociedad y una generación que, náufraga y a la deriva, lucha por mantenerse a flote.

Finalmente, el PSOE va a obedecer la palabra del Señor y se va a abstener en la investidura de Rajoy para desbloquear la situación… Situación a la que, por cierto, hemos llegado tras año de un saqueo al que no le han puesto bloqueo. Parece ser que toda aquella indignación por los recortes y la corrupción desde la Gürtel hasta las Black, no era más que una estrategia partidista para sacar rédito electoral y que, tras fracasar y no devolver los votos perdidos, cae en sobre roto y perdona el latrocinio popular. Que un pueblo vote a ladrones no legitima el robo, degrada al pueblo. Que Rajoy siga gobernando con el beneplácito de la mayoría representativa no arregla la profunda crisis social, política y económica en la que estamos, la mantiene.

sábado, 1 de octubre de 2016

Canciones Reflejo I

Existen distintas situaciones que, como si de un acto reflejo se tratara, estimulan algún tipo de play en mi cuerpo y activan ciertas frases de canciones que grabadas en mi médula espinal. Así, por ejemplo, siempre que veo un atardecer en la ciudad desde un sitio elevado, Manolo García canta “Sobre los tejados se duerme la tarde…”; o, cuando “Septiembre llega con su ¡Oh! ¡Dios mío!” Kase O me susurra que vuelva al ejercicio. Supongo que no es algo especial, que la mayoría de gente tiene una especie de tocadiscos instintivo que pone banda sonora a su vida. Los Carnavales de Cádiz han hecho mucha mella en mí en este aspecto y cuando estoy frente a una copa, Juan Carlos Aragón me advierte de que “El vino es inteligente”, de la misma manera que cuando veo a Susana Díaz erigirse líder absoluta del socialismo me comenta con sorna algo “del servilismo mamón de las marmotas de Andalucía”.  La última en archivarse en el sistema ha sido “La culpa de todo la tiene Yoko Ono” y ha sido grabada por Pedro Sánchez, mezclada por el PSOE y masterizada por los medios de comunicación (sobre todo PRISA) que han demonizado a su ingenua marioneta hasta el punto de hacerlo competir en maldad con el mismísimo Pablo Iglesias (no diré cuál de los dos). Ahora cada vez que veo la cara de Pedro Sánchez se me aparecen los Def Con Dos y, siendo sincero, me alegran un poco el deplorable espectáculo dado por la elitista burocracia de partido.